La dilación es uno de los obstáculos más grandes que enfrentamos para alcanzar metas personales, familiares, de negocios o ministeriales.
Entiéndase dilación como la demora o el aplazamiento de una acción que ya sabemos que debemos realizar ya sea por una decisión propia o por la delegación de otra persona.
La dilación no es un problema de planificación, no es un problema de toma de decisión, es en realidad un problema de ejecución que nos genera altísimos costos como personas, como empresarios, o como ministros.
Déjeme compartir honestamente algunas situaciones en que me he encontrado posponiendo la acción y el costo que me ha significado.
Vida personal
Uno de mis primeros conflictos matrimoniales fue provocado por mi dilación para la realización de los pagos de nuestra tarjeta de crédito. Mi esposa había sido formada con la sana costumbre de pagar totalmente el saldo de sus tarjetas de crédito antes de la fecha de vencimiento para evitar pago de multas e intereses. Al casarnos acordamos que yo estaría a cargo de los pagos de la tarjeta. No paso mucho tiempo para que mi esposa descubriera que mi dilación, sin causa justificada, nos estaba provocando costos completamente innecesarios.
Empresa
Al asumir la gerencia de una empresa hace algunos años, tomé la decisión de conservar a todo el personal que pudiese, ya que la mayoría de los empleados tenía mucho tiempo en sus puestos y el costo de las prestaciones podía desequilibrar las finanzas del negocio. En pocas semanas supe que uno de los gerentes a mi cargo, no era la persona para el puesto y sin embargo pospuse la decisión de retirarle por casi tres años. De más esta decir que el costo de retenerle fue mayor que el costo de las prestaciones que de todas maneras tuve que invertir al final.
Ministerio
Cuando era aun muy joven, mi iglesia me confió el liderazgo de una pequeña congregación “hija” en uno de los barrios de la ciudad. Al inicio todo fue muy emocionante y yo estaba encantado con la oportunidad que Dios me presentó. Sin embargo, a los dos años de servicio, me empecé a sentir agobiado por la responsabilidad y supe que se necesitaba un cambio. Pasaron dos años más para que finalmente tomara la decisión de salir y me costo cuatro años más el recuperarme suficientemente bien para regresar a servir de alguna manera en la iglesia.
¿Que es lo que usted sabe que tiene que hacer o dejar de hacer en este 2009? Le animo a que tome acción y evite costos personales y económicos innecesarios.
1 de marzo de 2009
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